Casos de éxito:MAMÁ JOVEN Y PASTELERA RÉCORD

INAUGURÓ SU LOCAL Y VENDIÓ TODO EN 90 MINUTOS!!

Tiene 21 años, fue mamá a los 17 y encontró en la pastelería un negocio que le permitía manejar sus horarios. Abril Tortarolo es la repostera estrella de Almacén Gourmet y ahora inauguró su propio local: en los primeros 90 minutos vendió todo lo que cocinó durante tres días.

 

Abril Tortarolo, 21 años y tres de experiencia en pastelería, batió un récord: el día de inauguración de su local Dulcísimo, debió bajar la persiana a la hora y media de abrir. ¿Fracaso rotundo? Nada más lejano. Ese fue el tiempo que tardó en vender 300 alfajores, 300 cookies, 200 cuadrados de pastafrola y brownie, 120 porciones de budín y 50 mini tortas. Tuvo que recargar las vitrinas cuatro veces y todavía no puede explicar cómo todo lo que cocinó en tres días enteros se fue en 90 minutos: “no sé qué pasó –dice Abril-, fue una locura”.

 

Abril se interesó por la cocina gracias a dos mujeres de su familia. Por un lado, su abuela. “Llegaba a Lobos y le pedíamos un montón de comidas –dice-, y al final se la pasaba en la cocina”. También de su mamá, de la que tomó la receta de budín que todavía sigue usando. Pero Dulcísimo, como emprendimiento, empezó a cocinarse con ayuda de todo su círculo en mayo de 2015, cuando Juan Petraglia –papá de su hijo y actual pareja- cumplió años. Abril hizo una torta Oreo que duró un segundo en la bandeja y que hoy es uno de sus hits. Y el negocio decantó con aportes de todo su entorno. “¿Por qué no las vendés en Facebook?, le propuso su novio; “¿por qué no cocinás en casa?”, le ofreció su mamá; “¿por qué no le ponés Dulcísimo?”, le sugirió su tía. Y así, con una torta Oreo, una cocina ajena y una página de Facebook, Abril empezó a delinear su propia pyme antes de cumplir 20 años.

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Dulcísimo, además, tuvo que ver con su maternidad. Abril fue mamá a los 17 años. “Quería hacer una carrera en Buenos Aires pero me di cuenta que viajar y estar fuera de casa, no era compatible con ser mamá –dice-. No quería estar lejos de mi hijo tanto tiempo”. Pero a la par, se aburría horrores en su casa. “Me puse a buscar trabajo, pero en Lobos es muy difícil”. Pasó por la Oficina de empleo y recorrió toda la ciudad, hasta que le ofrecieron cubrir una suplencia en el banco Santander Río. Lo aceptó, pero no estaba contenta, asi que nunca dejó de cocinar para su clientela, hasta entonces, modesta. “No me veía ahí para siempre y acomodarme con mi hijo seguía siendo complicado”. Cuando terminó la suplencia, le ofrecieron un puesto fijo en una sucursal del banco en Navarro y durante la entrevista de trabajo, se la pasó hablando de pastelería. “Sabía que no me iban a llamar”, se acuerda, “pero me puso contenta que le dieran el trabajo a alguien que lo necesitaba”.

 

 

Dulcísimo cerraba por todos lados. Abril manejaba sus horarios sin salir de casa ni estar lejos de su hijo y a su receta de torta Oreo se sumaron otros hits: el alfajor de almendras –masa crocante y mucho dulce de leche-, la drip cake –una torta que explota de chocolate derretido cuando la cortás- y la torta bomba de golosinas –que, como su nombre lo indica, es una bomba de golosinas-. Desde 2016 sus recetas también se encuentran en Almacén Gourmet donde cada fin de semana se venden seis tortas y treinta alfajores de almendras. Lo más pedido, dice Milagros Gambaraberry -dueña de la casa de té- son la torta de Oreo helada y la choco oreo.

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El secreto del éxito de Dulcísimo tiene tres patas. Uno. Abril cambia el chocolate amargo por el chocolate con leche. Algo que, dice, en el gremio está muy mal visto. “Si se entera un repostero, me mata –dice-. ¡Pero queda mejor!”. Dos. Abril tampoco gusta de respetar las proporciones de las recetas. “Quizás dice 200 gramos de manteca y yo te uso 400, dulce de leche le puedo poner el doble, eso lo voy viendo a mi gusto”. Tres. Abril se divierte como loca decorando. Tiene una caja entera de frasquitos con grajeas de colores, sprinkles que le trae su mamá cuando se va de viaje, chocolates con forma de corazones, estrellas, flores y otra con golosinas que dejó de comprar en kioskos y ahora compra al por mayor.

 

 

Cuando le dan vía libre para decorar una torta, para Abril es navidad: ahí deja todo, trabaja, mezcla, inventa. Se encariña con todo lo que resulta de ese experimento y hasta siente algo de pena de que se lleven esos pedidos. Divertirse en la cocina es lo único que no cambió desde el primer día. Por lo demás, todo es distinto: cambió cocina de mamá por cocina propia, página de Facebook por local a la calle y dejó de cucharear el fondo de los preparados de las tortas. Con el dulce de leche, también, cortó relación: “ya no lo puedo ni oler”.

 

Cobertura fotográfica: Estudio Mirar

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